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Sobre Mí


Es mágico, ¿verdad?

Pensar que miras ese tronco con hojas en una minúscula maceta, y en realidad es un robusto árbol.

Además, estas pequeñas joyas representan mucho más de lo que se ve. Acariciar sus hojas, podarlas con mimo y regarlo cuidadosamente, es la mejor terapia para relajarte, equilibrar la mente y aumentar tu creatividad.

Todo esto ya lo sabes, pero es verdad que tu primer bonsái es como un hijo, te llega de repente y no tienes ni idea de por dónde cogerlo:

● Dudas incluso de su especie
● No sabes cómo cuidarlo
● ¿Trasplante, riego, poda?

Los tecnicismos no ayudan; prebonsai, alambrado, acodo...y para terminar de arreglarlo aparecen los nombres en japonés; akadama, kusamono, suiseki, yamadoris…

Acabas delante del pobre árbol, con unas tijeras en la mano y una gota de sudor cayendo por tu frente mientras decides qué rama podas, como si fuera una película en la que alguien se juega la vida cortando el cable rojo o el azul de una bomba.

Seamos sinceros, en mundo del bonsái puede ser denso y complejo, y que acabes abrumado y lo dejes, o te enamores de él y te cambie la vida, depende de la experiencia que tengas al iniciarte.

Es una historia que he visto repetirse muchas veces, y por el amor que le tengo a este arte, me he comprometido a una misión:

Mi historia

El camino hasta dedicarme a mi verdadera pasión es similar al cuidado de un bonsái; un proceso paciente, tenaz y de aprendizaje constante.

La afición al bonsái me llevó a dedicarme a la jardinería, un injerto entre dos mundos con mismas raíces, y si aparto las ramas para mirar al pasado, veo que han sido 20 años vividos por, para, y sobre todo entre plantas y árboles.  

Regando, trasplantando, alambrando, podando, aprendiendo y descubriendo la profunda felicidad de la simpleza que transmite el arte del bonsái.

Hace 20 años planté en mí la semilla de esta afición que me llevó a formar parte de la Asociación de Bonsái de Álava, y como era de esperar, esa semilla comenzó a crecer. 

Empecé a dar talleres y hacer demostraciones en congresos, para compartir el conocimiento que adquiría formándome con Colin Lewis, David Benavente o Marco Invernizzi. 

Como la planta que se convierte en árbol, mi afición dejó de serlo poco a poco, para transformarse en algo más firme y duradero, así llegaron las oportunidades de participar en exposiciones de alto nivel como Alcobendas, Niemeyer, Tantai o Saulieu.

La naturaleza es sabia, y dice que este es el momento de florecer, de condensar todo lo que he aprendido y ponerlo al servicio de todo aquel que adoré este mundo como lo hago yo, y hacerlo de forma sencilla, cercana y accesible.

Si ves que detrás de un bonsái hay mucho más que un pequeño árbol, eres de los míos, y quizás pueda mostrarte qué es eso que intuyes. Con lo que solo me queda preguntarte una cosa:

¿En qué puedo ayudarte?